jueves, 19 de marzo de 2020

24 de marzo Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.-SALAS DE 3,4,5 AÑOS-ACTIVIDAD N°2

Las efemérides son parte de la vida escolar, una práctica que en sus orígenes estuvo destinada, principalmente, a construir pertenencia nacional. El calendario de las fechas patrias fue un dispositivo para que personas de las más variadas procedencias se sintieran parte de ese “nosotros”, de ese “nosotras” llamado Argentina. Desde la recuperación de la democracia en 1983 hasta la actualidad, las efemérides han sido objeto de críticas de todo tipo. Se dijo que conformaron un imaginario nacional autoritario, que cristalizaron sentidos sobre el pasado, que desalentaron el ejercicio de una ciudadanía crítica. Y hoy agregamos que, además, construyeron una narración sin lugar para las mujeres. Sin embargo, si siguen siendo parte de la vida escolar, es porque contribuyen a enhebrar nuestra pertenencia a la nación, siguen teniendo un rol decisivo en la construcción de la vida en común. La pregunta por el “género de la patria” convoca a reflexionar sobre el lugar de las mujeres y habilita otras preguntas, por ejemplo, sobre el papel histórico de otros colectivos silenciados o sobre la relación entre ciertos mandatos de la masculinidad, como la virilidad y el coraje, y la noción misma de patria. A través de fotos y obras plásticas se invita a mirar a las mujeres de nuestra historia, sabiendo que aquello que se ve y aquello que no se ve nunca es arbitrario, sino el resultado de una producción de la cultura. La tarea docente implica tomar decisiones sobre qué mostrar y cómo hacerlo. Se trata de enseñar a mirar, a preguntar, a detener la mirada en las imágenes porque toda pedagogía de la imagen es una apuesta a construir una mirada del mundo, que en este caso busca ser más igualitaria y más justa para quienes fueron invisibilizadas durante años. El Programa Educación y Memoria de la Dirección de Derechos Humanos, Género y ESI, dependiente de la Subsecretaría de Educación Social y Cultural, presenta esta propuesta gráfica y digital titulada “El género de la patria”. Se trata de una apuesta a conocer y reflexionar sobre la historia desde una nueva agenda de derechos, una oportunidad para profundizar el nexo entre efemérides y democracia.
¿Qué pasó el 24 de marzo?
El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas realizaron
un golpe de Estado. Derrocaron a la entonces presidenta
constitucional María Estela Martínez de Perón y dieron comienzo
a una dictadura.
El mismo día del golpe, la Junta tomó varias medidas:
declaró el Estado de sitio; suspendió la actividad de los partidos
políticos; intervino los sindicatos; prohibió el derecho
de huelga; instaló la pena de muerte para delitos de orden
público; impuso una férrea censura de prensa y removió los
poderes ejecutivos y legislativos nacionales y provinciales.
En suma: clausuró todas las instituciones fundamentales de
la vida democrática.
Entre 1930 y 1983, la Argentina sufrió seis golpes de Estado.
Sin embargo, la expresión “terrorismo de Estado” sólo
se utiliza para hacer referencia al último de ellos porque en
aquella oportunidad existió un plan represivo sistemático
para disciplinar a una sociedad que venía de una fuerte
movilización y organización social y política. Además de encarcelar,
perseguir y condenar al exilio a militantes políticos,
la dictadura aplicó una metodología de terror específica: la
detención y desaparición forzada de personas, las torturas
sistemáticas —entre ellas los delitos sexuales— y el secuestro
y apropiación de menores. Para esto se utilizó la fuerza
pública estatal de manera ilegal y se instalaron más de 500
centros clandestinos de detención, muchos de los cuales
funcionaban en instituciones públicas como comisarías, escuelas
y hospitales.
Por otro lado, la dictadura implementó un plan económico
que erosionó fuertemente el modelo industrializador que
desde la década de 1940 había permitido el desarrollo del
mercado interno y la generación de empleo que le dio fuerte
protagonismo al movimiento obrero organizado.
El reverso del terror estuvo en la lucha y la denuncia emprendida
por los organismos de Derechos Humanos que,
incluso, durante los años de la dictadura, resistieron y reclamaron
por la vida de los desaparecidos y las desaparecidas,
construyendo lo que con el tiempo sería la demanda por memoria,
verdad y justicia.
Desde los primeros años de la democracia, comenzó un
largo proceso de justicia que, aún con sus momentos de impunidad,
logró sostenerse hasta nuestros días. Aún hoy en
muchas provincias argentinas siguen siendo juzgados algunos
de los responsables de cometer delitos de lesa humanidad,

que por esa condición nunca prescriben.

¿Quiénes son las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo?
Las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo son mujeres
cuyos familiares —hijos, hijas, nietos, nietas— fueron víctimas
del terror estatal. Empezaron a buscarlos en plena dictadura,
primero de manera individual; al poco tiempo constituyeron
agrupaciones donde transformaron el dolor privado en lucha
colectiva.
La primera vez que usaron el característico pañuelo blanco
fue en una peregrinación religiosa a la Basílica de Luján,
adonde fueron con el objetivo de visibilizar su reclamo. Una
de ellas sugirió que para identificarse utilizaran un pañal de
tela de sus hijos o hijas. Al poco tiempo, el pañal se transformó
en pañuelo, un símbolo que a esta altura es uno de los
grandes símbolos nacionales.
En sus primeras épocas, allá por 1977, el reclamo de las
Madres de Plaza de Mayo tuvo poca recepción social. Algunas
de ellas, como Azucena Villaflor, también sufrieron el destino
de la desaparición. Los dictadores y quienes apoyaban
al régimen las llamaban “las locas de la Plaza”. Sin embargo,
ellas no se daban por vencidas: creaban símbolos, inventaban
rituales y buscaban estrategias para hacer visible la ausencia
de sus seres amados, los desaparecidos y las desaparecidas.
Las Madres y las Abuelas se fueron convirtiendo en un “nuevo
sujeto político”, capaz de crear espacios de resistencia donde
dominaba el terror y de convertir las relaciones familiares y
personales en relaciones políticas.
El reconocimiento público a estas mujeres luchadoras fue
llegando con el paso del tiempo y hoy están identificadas,
tanto en la Argentina como en el resto del mundo, como un
emblema de los Derechos Humanos. Por eso hoy también la
escuela las reconoce y las abraza.
El Programa Educación y Memoria de la Dirección de Derechos Humanos, Género y ESI, dependiente de la Subsecretaría de Educación Social y Cultural, presenta esta propuesta gráfica y digital titulada “El género de la patria”. Se trata de una apuesta a conocer y reflexionar sobre la historia desde una nueva agenda de derechos, una oportunidad para profundizar el nexo entre efemérides y democracia.

SUGERENCIAS DE ACTIVIDADES: (enviada desde el MINISTERIO DE EDUCACIÓN)
Nivel Inicial.
  •  Cada niño, cada niña va conociendo, desde las primeras palabras, la historia de su familia y la de su comunidad. Así como en las casas se narran las anécdotas familiares, en las salas de Inicial se abona a la memoria colectiva al asumir los conflictos como parte de la vida misma y al dejar abierta la puerta al enigma, a la posibilidad de lo que se puede y de lo que no se puede. En esa memoria, que se va tejiendo día a día se va construyendo la identidad. Se puede propiciar que en las salas se indague el significado de los nombres, por qué fueron elegidos, qué significan y cómo aparecen en el DNI y por qué es importante ese documento. También se puede invitar a escribir, dibujar, bailar o cantar el propio nombre. l A veces las historias familiares son contadas por las abuelas. Desde 1983, la historia reciente, de dictaduras y democracias, la cuentan las Abuelas de Plaza de Mayo que son, junto con las Madres, las protagonistas de este afiche. Se puede mirar la imagen y conversar sobre quiénes son esas mujeres a partir de algunas preguntas: ¿Quiénes son? ¿Las conocían ya? ¿Qué hacen? ¿Dónde están? ¿Por qué tienen un pañuelo en la cabeza? ¿Qué piden? ¿Por qué son mujeres las de la imagen? l La censura y las prohibiciones dejaron una marca en la cultura. Se puede hablar sobre aquellos libros que alguna vez no se pudieron leer o aquellas canciones que no se pudieron escuchar, y pensar entre todos y todas por qué pasó eso. Puede ser una ocasión más para recuperar la obra y la figura de María Elena Walsh, quien sufrió persecución y prohibición de algunas de sus canciones como “La cigarra”.